La personalidad de quien vive una experiencia límite, se modifica. Al igual que el árbol asotado por la tempestad, se quiebra o se fortalece, logrando sobreponerse a duros golpes de la vida, haciendo valer el lado amable y luminoso de su humanidad. Su estancia carcelaria en Ushuaia –si existió– sin duda marcó al futuro divo. Quizás en la música encontró una herramienta para evadirse de la cruel realidad, o fue la fuerza catártica necesaria para expresar toda su tragedia interna. Tal vez ahí radica parte del hechizo inmortal de su voz, del hombre que lleva "una lágrima en su garganta".
Algunos fanáticos gardelianos considerarán ofensivo, o imposible, que su ídolo estuviese en la cárcel. Pero si los prontuarios revelan que en sus años mozos fue un estafador de poca monta a
través del "cuento del tío", o un niño que robaba frutas en los mercados, y que terminó en la cruel cárcel de esclavos, auténtico Gulag sudaméricano, campo de trabajo y castigo de criminales, de políticos, de obreros, de niños, o de poetas.... ¡Cuánto más valor cobra entonces la conducta del gran Carlitos, como
hombre de bien, COMO UN SER HUMANO EXCEPCIONAL que fue hasta el día de su prematura muerte! Su deuda con la sociedad, si es que alguna vez tuvo alguna, la pagó con tanta generosidad que será recordado con amor y vivirá por siempre en los corazones donde anide la poesía.
De la derrota de las debilidades nace siempre la mayor fortaleza. Y es así como Carlos Gardel se transforma en un ejemplo de fortaleza y superación; en un referente para las nuevas generaciones.
Añadiremos un dato que en el contexto de todo este trabajo investigativo resulta algo más que curioso, y quizás a muchos les invite a reflexionar... La película que Gardel pensaba filmar a partir de septiembre de 1935, producida por Paramount y escrita por Alfredo Le Pera, iba a llevar por título: "Yo fuí un ladrón" ("I was a chief").
Reos y tangos reos
El recordado escritor Juan José de Soiza Reilly –ardiente defensor del tango–, confesó en 1959, poco antes de morir, que conoció el prontuario de Carlitos "por el robo de unas gallinas" ¿Sabría algo más? A principios de 1933 la Revista Caras y Caretas le envió a visitar la prisión de Ushuaia para encontrarse con los mayores "monstruos" del país: "El Petiso Orejudo", pirómano y asesino de niños, o Miguel Ernst, alias "Serruchito", frío criminal, que descuartizó a su socio, Conrado Schneider, arrojando el cuerpo a los lagos de Palermo… El susodicho suceso quedó reflejado en algunas letras populares.
"¿Dónde vas con el bulto apurado?
A los lagos lo voy a tirar.
Es el cuerpo de Augusto Conrado,
al que acabo de descuartizar".
(Anónimo, 1915, sobre música de La Verbena de La Paloma)
Envolvélo a ese paquete
enrollálo como bola
encajále mucha piola
y a los Lagos lo tirás.
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El gobernador de Tierra del Fuego, capitán de fragata (R) Jorge Siches (izq.), el inspector Lautaro Castro (dcha. con sombrero), el periodista Soiza Reilly (dcha. con boina) y el descuartizador Miguel Ernst (centro, con birrete). |
Sin embargo, la serie de reportajes de Soiza Reilly termina siendo una alegato a favor de los cautivos. Santos Godino, El Petiso Orejudo, había dejado de ser el niño de mirada perdida que inmortalizaron la crónicas de 1912 y 1914. Un niño que había sido condenado a muerte, pero que luego su pena se convirtió en cadena perpetua en el infierno glacial. Ahora cumplía 36 años y llevaba más de veinte años en prisión. Reilly se encuentra con un hombre desfigurado por las palizas recibidas, al parecer a manos de sus compañeros en represalia por haber matado al gatito mascota. En verdad la violación y los golpes fueron una rutina diaria durante su brutal existencia. Los médicos le habían rebanado una parte de sus grandes orejas, porque opinaban que con ello mitigaban sus impulsos asesinos (los del reo, claro). Sobrevivió en una celda sin que jamás recibiera visitas, ni cartas; nadie se molestó en enseñarle a leer... ¿Para qué? Murió el 15 de noviembre de 1944.
Y en la celda sombría
del lejano presidio
su vida miserable
el penado entregó...
El último recuerdo,
el nombre de la madre,
y su acento tan triste
el viento lo llevó...
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Soiza Reilly (izq.) y el inspector Lautaro Castro, aconsejan al "Petiso Orejudo" las bondades de rehabilitarse. |
"Serruchito" fue condenado a la pena capital por matar a su socio cuando éste intentó atacarlo con un cuchillo. El presidente Hipólito Yrigoyen conmutó la pena y fue trasladado a Ushuaia. El condenado explica que actuó en defensa propia y el reportero se apiada de su historia: «No es inocente. Pero es un inocente…» y pide a través de las notas impresas que, al menos, lo realojen en condiciones más humanitarias.
La cárcel maldita, lo hundió en sus sombras
cuando en su defensa esa noche mató.
Hoy se ve en su rostro que la huella del dolor
marchitó la vida de aquel hombre en la prisión.
Por otra parte Reilly destaca que la mayor parte de los criminales lo fueron por motivos pasionales: venganzas por una traición amorosa, peleas en defensa del honor, arrebatos bajo los influjos del alcohol… altercados como los que se solían contar en los tangos o en los dramas shakespearianos.
Y nuevamente en las horas de la noche,
cuando duerme tranquilo el pabellón,
desde la última celda de la cárcel
se oye cantar del punga esta canción...
"¡Araca, corazón... calláte un poco
y escuchá, por favor, este chamuyo!
Si sabés que su amor es todo tuyo
y no hay motivos para hacerse el loco,
araca, corazón, calláte un poco".
Reilly comienza a sacudir las conciencias planteando: «Quiero ver a los grandes ladrones, a los grandes asaltantes, nacidos para el mal, que matan sin compasión. Parece ser que la cadena perpetua es sólo para los que matan por amor…»
Allá en la Penitenciaria
Ladrillo llora su pena,
cumpliendo injusta condena
aunque mató en buena ley.
Los jueces lo condenaron
sin comprender que Ladrillo
fue siempre bueno y sencillo,
trabajador como un buey.
(Juan Andrés Caruso. "Ladrillo", tango 1926)
Le presentan a Roque Saccomano, asesino confeso de una joven telefonista.
«–Soy inocente– repite una y mil veces Saccomano.
–Pero yo he leído su proceso. Allí consta que usted se declaró culpable del asesinato de la telefonista.
–Es cierto.
–¿Entonces?
–¡Mentí!
–¿Por qué mintió?
–Mentí porque me obligaron a mentir a palos. Me martirizaban. Me enloquecían de un modo que no sé cómo no perdí la razón.»
Después de quince días sin dormir, con el cuerpo macerado por los golpes de una cachiporra de goma maciza, casi al borde de la locura confesó: "Si, yo la maté. Dejenmé dormir, por favor". Su declaración se toma ante refrendatarios oficiales. Al día siguiente, Saccomano intenta rectificar su declaración. Pide. Ruega. Suplica. Las paredes de las tumbas son sordas. Los jueces se basan en el sumario policial. ¡Qué van a creer en las palabras de un pobre muchacho que tiene algunas entradas por ladrón! Es condenado a presidio por toda la eternidad, y recluido en el averno glacial de la Tierra del Fuego.
Mientras se oye a lo lejos la queja
De esos seres perdidos del mundo,
Como un: ¡Ay!, doloroso y profundo
Que vuelca en las almas un frío mortal.
(Enrique P. Marioni. "Entre sombras", tango 1927)
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Roque Saccomano, acusado de matar a una muchacha de un puntapié, confiesa a Soiza Reilly (y a quién quisiera escucharle) que se declaró culpable bajo la presión de las palizas que le dieron, según comprobó su defensor, Dr. Delcasse... Nunca se sabrá la verdad. |
Si hubo un detalle que "quebró" al experimentado periodista fue comprobar que los presos se complacían en adornar sus celdas con anuncios de pasta de dientes, porque en ellos siempre aparece un rostro sonriente. Esta gente, olvidadas en sus catacumbas, necesitaban recordar qué era sonreír, porque en el presidio nadie sonríe, los guardiacárceles tampoco. Quizás por eso un retrato enorme pintado en la pared de la celda 15 mostraba a un Carlitos Gardel con su sonrisa eterna, intentando exorcizar tanta tristeza acumulada. Hace algún tiempo, el Centro de Estudios Gardelianos (C.E.G.) ha conseguido que se borre ese retrato de la pared porque "ofende" a la memoria del prócer.
Quisiera que alguno pudiera escucharlo
en esa elocuencia que las penas dan,
y ver si es humano querer condenarlo
por haber robado... ¡un cacho de pan!...
(Celedonio Flores, "Pan", tango 1932)
Final sin final
Desde el principio grupos de militantes, abogados, periodistas y familiares de las víctimas denunciaban la irracionalidad del presidio austral. Justo cuando El Cantor de la Sonrisa Eterna moría, esas denuncias hicieron por fin mella en la conciencia colectiva de la sociedad argentina. Manuel Ramírez, diputado, visitó la prisión en 1935. Las conclusiones de ese viaje hacia lo que él bautizó "ergástula del Sud" (del latín ergastulum, que significa "cárcel de los esclavos") quedaron mecanografiadas en la Cámara. Un memorable discurso:
«¡Que se levante de una vez la fiera ergástula del Sud, porque desde el punto de vista penal y científico es un absurdo, y desde el punto de vista humanitario afrenta nuestro prestigio, nuestra civilización! (…) Comenzando por su ubicación, por la clase de condenados recluidos, por el régimen de trabajo, por las condiciones sanitarias, por el trato; en una palabra... ¡por todo!»
Poco después el diario Crítica inició una seguidilla de notas poniendo al desnudo las torturas, violaciones y muertes que tenían lugar en aquellos helados parajes.
El edificio fue cerrado en 1947, por decreto del General Juan Domingo Perón. La totalidad de los expedientes "desaparecieron" como llevados por el viento y nadie debió responder por las crueldades cometidas. Sólo sobrevive el monstruoso edificio, como una herida supurante sobre el paisaje blanco.
Ábreles las puertas... el sentimiento aconseja
Ábreles ya... romped cadenas y rejas,
Y en el corazón suena nuevamente
la nota doliente de aquella canción:
¡Pobrecitos presos... sufriendo están...!
(Enrique P. Marioni. "Entre sombras", tango 1927)
Salió... ya está entre nosotros
Y echar un manto de olvido
al tiempo pasado de su perdición.
con todas las fuerzas de bravo varón.
(Jorge Curi, "Culpas ajenas" tango 1929)
Apéndice I: Los Lasserre en Sudamérica
El Comodoro Augusto Lasserre fue el fundador de la ciudad de Ushuaia. Todos los 12 de octubre se conmemora a este auténtico héroe nacional, nacido en Montevideo, en 1826 y muerto en Buenos Aires en 1906. Fue un titán de la marina en ambos países, y en Chile. Hizo varios viajes a la Patagonia; el más destacado es el que realizó en 1868 a las islas Malvinas. Al año siguiente publicó un importante trabajo descriptivo de las mismas. Meses después viajó a Europa, a fin de traer el primer crucero acorazado de la flota argentina, el "Patagonia", así bautizado en honor a su actuación en el sur. Desde 1890 realizó tareas administrativas, como presidente de la Junta Consultiva de Marina. Pasó a retiro en abril de 1894.
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Comodo Augusto Lasserre. Aún se debate si nació en Montevideo, o en Buenos Aires. |
Es posible que Augusto Lasserre sea familiar de Paul-Jean Lasserre (novio de Marie Berthe Gardes, y padre natural de Charles Romuald Gardes).
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Paul Lasserre es el padre de Charles R. Gardes, según reconoció Berthe Gardes en 1936. |
Esta información nos fue transmitida por los señores Fernando Pérez Tirado –casado con Jacqueline Lasserre– y Julio Gajardo Vásquez –casado con María Teresa Cembrano Lasserre–. El abuelo de ambas mujeres, el señor Juan Carlos Lasserre Dorlhiac, les entregó un árbol genealógico de la familia realizado en Francia por su cuñado francés, el señor Gerard Gilles, casado con Laure Lasserre Dorlhiac. El Sr. Gerard falleció en 2011, en la ciudad de Toulouse.
Peréz Tirado y Gajardo Vásquez son historiadores profesionales; encargaronsé de completar el árbol genealógico haciendo investigaciones en Uruguay, Argentina y Chile.
Otras indagaciones –nuestras en este caso– abren nuevas vías de investigación sobre la presencia de Paul-Jean Lasserre en el Río de La Plata, pues en las fichas de ingreso al puerto de Buenos Aires, el 2 de febrero de 1889, fue registrado un hombre llamado Jean Lasserre, de 22 años, soltero, sin profesión, religión católica, y nacionalidad francesa. Había partido desde Bordeaux, hacia Montevideo, y de allí entró a Puerto Madero, en el Barco Equateur. Paul-Jean en aquel momento estaba haciendo el servicio militar en Bordeaux, pero si tenía un familiar militar tan importante como el Comodoro Augusto Lasserre residiendo en Montevideo, entonces quizás se le haya autorizado ese viaje hasta Sudamérica como "evento diplomático", los cuales quedaban sin registro en las planillas militares francesas.
El 2 de abril d 1889, a exactos dos meses después de la supuesta llegada de Paul Jean Lasserre a Buenos Aires, llegan también Jean Gardes –hermano mayor de Berthe Gardes–, y su novia Joséphine Charlote, anotada como "Joséphine Gardes" –ella luego se convertiría en su segunda esposa–. En los registros del C.E.M.La. figura la llegada de la pareja en dicha fecha, coincidente con un periodo de baja de Jean Gardes, en el 2º Regimiento du Génie (sito en Metz), «con licencia, esperando su pasaje a la reserva que tendrá lugar el 1 de julio de 1889». El viaje fue confirmado por Henri Brune, quien dejó escrito que su tío solía narrarle anécdotas de esa visita a la Argentina y cómo desde allí prosiguió con rumbo a Venezuela, país donde quedó bien documentada su estadía. (20)
Otras ramas de los Lasserre se instalaron en Chile. El fundador de la zaga fue Jean Lasserre Bigot y su esposa Catherine Chaubet Jeantillot, nacidos ambos en la década de 1800-1810, en la ciudad de Bordeaux, región de La Gironde. Emigraron a Santiago de Chile hacia 1840 con seis hijos (tres hombres y tres mujeres), todos nacidos en Bordeaux. Un séptimo nació en Santiago, Jean Alfred, bautizado el 13 de febrero de 1842 en la Parroquia del Sagrario. Como dato anexo, Henri, un hijo del matrimonio Lasserre-Chaubet falleció en la ciudad de Buenos Aires, el 22 de junio de 1876 a la edad de 46 años.
La segunda rama chilena fue fundada por Martín Lasserre Larramendy de la localidad de Ordiarp, Sola, del País Vasco francés. Habría llegado en la década de 1880 a la región de la Araucana, y también dejó descendencia en el país.
Hay un dato que puede ser pertinente. En el álbum de la Colonia francesa en Chile de 1903, se hace un breve repaso de las familias y personas francesas que viven y trabajan en esas tierras. Figuran casi todos los integrantes de la familia Lasserre de las dos ramas referidas anteriormente, pero además aparece un tal "Paul Lasserre" con residencia temporal en la capital chilena, sin filiación con ninguno de los dos clanes. ¿Podría tratarse de Paul-Jean Lasserre que estaba de visita? Si entre 1902-1903 Paul Lasserre estuvo en Santiago, previo paso por Buenos Aires, quizás fue en esa época que se hizo la foto que conservó Marie Berthe Gardes (ver informe) que apareció publicada en la revista la Canción Moderna, en 1936, mientras que él se habría llevado otra copia a su regreso a Francia, hoy en poder de su nieto, François Lasserre. Dicha información podría coincidir en parte con los relatos de Armando Defino, Tito Li Causi, Edmundo Guibourg y Carlos Zinelli, los cuales aseguraron que Paul Jean visitó a Berta en Buenos Aires. Lamentablemente carecemos de más datos sobre la mencionada persona.
La familia de Paul Lasserre, en Francia, siempre mantuvo fuertes lazos con Latinoamérica. El matrimonio estaba muy involucrado con México, y según la tradición tres parientes fundaron la ciudad de Torreón, en el estado de Coahuila, al norte del país azteca. De hecho, hasta 1965/1966, la señora Clémentine Amiel (última esposa de Paul-Jean Lasserre) disfrutó de una anualidad mexicana de 750 francos. Va de suyo que la referida renta, de oro al principio, fue devaluándose con el paso del tiempo.
En lo concerniente a la Argentina, Clémentine le confió a sus nietos, François y Raymond, que Paul Lasserre "administraba" allí casinos para su madrina. Raymond Gelos, fue menos sutil y habló llanamente de garitos y burdeles situados a ambos márgenes del Río de La Plata. Ciertamente los llamados "casinos" eran en verdad disimulados prostíbulos flotantes, que iban y venían de una costa a otra, con un cargamento de jovencitas francesas, llevadas siempre de contrabando, gracias al silencio comprado de las autoridades locales.
APENDICE II: Militares detenidos con motivo de la revuelta de 1905
Establecemos aquí la nómina de los militares que participaron en la revolución de 1905, de los cuales los de menor grado aún revistaban actividad en 1930. A este último grupo pertenecían Eduardo Villanova y sus compañeros. Están agrupados al final del listado y los hemos resaltado en negritas. La importancia de dar a conocer esta información es que puede ayudarnos a identificar a familiares de personas vinculadas con la historia del penal de Ushuaia que tal vez ofrezcan nuevos testimonios sobre la posible presencia de Carlos Gardel en aquel inhóspito sitio.
Coroneles: Martín Yrigoyen, Mateo Ruiz.
Capitán: Benito Meana.
Teniente-coroneles: Daniel Fernández, Carlos María Fernández, Eduardo Conessa.
Mayores: Esteban García, Aníbal Villanova, Carlos Alberto Uthinger, Tomás A. Figueroa, Alberto Arazandi, Miguel González, Abraham Carrasco, José Díaz, Antonio López, Pedro N. Zeballos, Eusebio Ibañez, Luis Pérez Colman, Marcos Hermelo, José H. Honorato, Cayetano Ramírez, Pedro Figueroa, Julio A. Costa y Pedro Gordillo.
Tenientes Primero: Juan A. Santiesteban, Guillermo Valotta, Tristán Rodríguez, Arturo González, Arturo Orfila, Héctor Benigno Varela, Víctor Tassara, Eleodoro Cross, Eduardo Gibelli, Ricardo Fernández Rojas, Germán Starese, Benjamín Shaw, Tomás Sánchez de Bustamante, Domingo Alba, Pedro Grosso Soto, Rodolfo Martínez González, Ramón Tristany, Eduardo Laurent, José V. Salcedo, Pedro Quiroga, Luciano Cáceres.
Tenientes: Cecilio Berón de Astrada, José Avelino Mantera, Benjamín Labrán, Juan Rogelio Alvelo, Julio Figueroa, Francisco Reynolds, Felipe Alfonso, Alfredo Correa, Luis B. Covarrubias, Justino J. Alonso, Arturo de los Santos, Amaro Godoy, Francisco Domínguez, Luis M. Vázquez, Máximo Gutiérrez, Everardo Power, Darío Gómez, Hipólito Vegniard, Carlos A. Muzzio Tallón, Nazar Anchorena.
Subtenientes: Guillermo Terán, Juan J. Poclava, Carlos Larroudé, Rufino Gazari, Regino P. Lezcano, Valentín Olaechea, Julio V. Carrasco, Justo P. Acosta, Gerardo Binarchi, Julio Belaúnde, Juan B. Aquino, Horacio Guillermón, Vicente Castañeda, Gregorio Salvatierra, Enrique Lauras, Alberto Martínez, Emiliano Lascano, Aníbal Montes de Oca, Avelino Alvarez, Carlos Ruffer, Antonio Guilera, Pablo Taroni, Carlos Lauradet, Enrique Lalucat, Alberto Lavandeira, Aquiles Solhaune, Leopoldo Vivanco, José Albez, Artayeta, Rosillo, Salinas, Torrealday.
Farmaceútico: Adolfo Frigerio (del batallón de Rosario, Santa Fe).
Alférez y Ayudantes de Preboste: Carlos Gómez, José D'Andrea, León M. Quaglia, Angel Ignacio Izza, Rafael Méndez, Harmando Verdaguer, Eduardo Dozo, Horacio Maldonado, Eduardo Catán, Epifanio Ferreyra, Emilio Quellet, Juan de Dios Nuñez, Marcos Levalle, Raúl Barrera, Ángel Arias, V. Latorre, Eduardo Villanova, Horacio Tort, José Ávalos, Félix Bravo, Julián Rodríguez Varela, Virgilio Avellaneda, Alberto Meydac, Juan Ledesma.
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Presidente Quintana: –¿Esos son los revoltosos? Cnel. Rosendo Fraga: –Sí, señor; como ve Vuestra Excelencia, gente de prestigio capaz de arrastrar a toda la población. (Caras y Caretas, 11 febrero 1905) |